Las diecisiete letras que suman el nombre de “Augusto Monterroso” resultan demasiado abultadas en número para hacer una reseña de su obra “La Oveja Negra y demás fabulas”; merecedora del premio príncipe de Asturias de las Letras del año 200 “La oveja negra y demás fabulas es un tratado de la simpleza y de la palabra concisa.
Capaz de hacernos meditar en menos de un párrafo, -hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.- Monterroso retrata a “La cucaracha soñadora, a “La Rana que quería ser una Rana auténtica” y una cantidad inimaginable de situaciones fabulescas cargadas de un toque satírico que buscan la amplia reflexión en contraparte de la extensión de los cuentos.
Nacido en Tegucigalpa, Honduras, Augusto Monterroso desarrolló la mayoría de sus obras en México; victima del exilio de su país y hasta su muerte en el 2003 Monterroso tuvo que convertirse en “El Mono que quiso ser escritor satírico”, en “La Mosca que soñaba que era un Águila”, y así en cada uno de sus escritos. Siempre simple, siempre incisivo nos advirtió el final de sus fabulas hasta hacernos entender que quizás hasta su muerte, como aquella Jirafa que lo entendió en uno de sus cuentos: también es relativa.
Por: Kriss K.
Monterroso, Augusto, La Oveja Negra y demás fábulas, Santillana Ediciones Generales, Madrid 2007. Pp. 75
sábado, 24 de abril de 2010
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