3:19 am.
La vida es desesperación; gritar, ensordecer hasta no poder sentir, olfatear el tacto del otro, la desesperación es una frustración atrapada entre la dermis. A diario, y durante tanto tiempo, me he debatido por demostrarle al mundo que puedo dejar de ser un miserable estando a tu lado, que puedo ser más agradable, más sonriente, con piel más suave, pero esta madrugada confieso que dejo tu corazón. Lo dejo porque lo he decidido y simplemente porque me hace daño. No soporto más tu risita en boca de todos. Dejo tu corazón porque soy un celoso y me llenan de rabia las caricias que haces con los ademanes al saludar a la gente que odio: te dejo porque soy un psicópata peligroso a tu lado. Fue gradual pero olvidé cómo tratarte y he olvidado hasta como dirigirme a ti, no puedo encontrar tu rostro aún cuando está enfrente de mí, no siento tus manos, olvidé la clave para entrar a tu cuerpo. Recuerdo las veces en que fui paciente, quizás pocas, quizás apresuradas, pero fui paciente; esperé el momento en el que decidieras hablar, te tendí la cama, sequé tu cuerpo, abroché tu vestido; te escuché cuando decidiste callar. No puedo más, hoy dejo tu corazón.
Estoy agradecido con cada momento a tu lado. Te estoy agradecido porque contigo aprendí a comer comida china, contigo aprendí a comer galletas, a hablar por teléfono, a lavarme las manos; contigo aprendí a caminar, jamás a bailar, pero me enseñaste a dejar de gatear. Que bendición la mía el encontrarte por las mañanas en la cocina, semejante pretensión la mía cuando te enjaulaba en el florero de la sala solamente para admirarte. Descubrí la forma de acercarme a mis miedos: me enseñaste que las arañas no son capaces de atravesar las cobijas, que por más fuerte que fueran los truenos de la tormenta siempre iba a estar ahí tu regazo para resguardarme. Que debía cerrar el refrigerador para ahorrar energía, que existían más canales de televisión además que los de deportes. Tuviste la paciencia de arroparme cuando con mi imbécil tos de perro hacia resonar tu sueño más precioso. Jamás te disgustaste con mi pésimo gusto para elegir cortes de pelo; me acompañaste a los lugares más espantosos sólo por el gusto de querer estar conmigo. Me enseñaste a volar aún afuera de mis sueños, me enseñaste a restar, contaste mis lunares, me hiciste un hombre de bien. Me enseñaste que los pumas eran un equipo de futbol y que no debía hablar mal de ellos enfrente de tu abuelo. Jamás recriminaste mi crueldad contra los bolivianos, te reíste de mis bromas burdas, comprendiste mi falta de argumento. Hoy mírame aquí: me enseñaste a no ser un miserable.
A tu lado he jurado al mundo que no regresaría a la patraña de mi vida. A tu vil lado me burlaba de los que regresaban solos a casa. Contigo podía presumir de lo afortunado que era tener a alguien a quién escuchar. Jamás pensé en mí, quise darte la vida, contigo podía iluminar el callejón más oscuro con tal de traerte el helado de vainilla que tanto te gustaba. Contigo a un lado podía arroparme en las noches más heladas de diciembre. A tu lado no me importaban mis cumpleaños porque poder compartir nuestra vida resultaba por sí sólo un obsequio para mis desgastados sentidos. A tu lado comprendí la ceguera que podía causar la luna si la miras muy de cerca, de la mano tuya atravesé los barrancos más mortales de mis manías altisonantes. Contigo sujetándome fui capaz de atravesar caminando la ciudad, sudamos juntos, brincamos entre los charcos de problemas, nos burlamos de los adinerados, comimos tacos afuera del vips, disfrutamos el paseo en bici taxis, fui tan miserablemente rico a tu lado. Contigo mirándome corrí entre tinieblas, me sumergí entre tus agujeros y jugué al adivino.
De verdad que jamás pude amar tanto a nadie. Soñé entre tus barreras, cerré las ventanas para que el arrogante rocío no te despertara. Me volví un psicótico de la salud con tal de alimentarte bien; me enojaba cada vez que te veía comer frituras, te daba agua de melón, procuraba no tuvieras frio, miraba feo al mismísimo sol cuando éste osaba molestarte. Procuraba leer, leer mucho, informarme, ser interesante; cada día quería quedarme dentro en ti. Aceleré el tiempo, lo detuve cuando quise, me quedé a dormir cuando no debía, le inventé pretextos a tu mamá, engañé a tu papá, engañé a tu familia, te amé con locura y reté a lo que me quedaba de ego con tal de demostrar cuan grande podía ser el amor de un hombre por una mujer. Me hiciste feliz y me destruiste, pastoreé los límites de tus desventuras, estuve ahí para reprimir tus complejos y tus malos modos al sentarnos a la mesa. Odiaba como masticabas el chicle, te obligué a dejarlo, me convertí en un tirano de tus movimientos. Satanicé tu inseguridad, revolví tus sentidos, de la mano tuya te hice creer que podías ser dueña del universo. Te hice suspirar, una vez más te hice reír.
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Destruí las miradas de la gente al criticarnos pero ahora son ellos los que hablan de ti, hablan de tu ausencia. Decidí llamarte, suplicar las cosas que ya olvidé, pedir por las mentiras que me hacían vivir pero en cambio conseguí una mirada de vergüenza de parte de la gente que habla lo que no sabe. Ahora dime qué hago con todos tus recuerdos. Qué diablos puedo hacer con tu manera de tocarme. Es imposible ir por un camino que no me recuerde a ti, es triste y me deprime desayunar en la penumbra de la taza vacía que me dejaste. Ahora mi habitación se ha convertido en un culto bizarro de tu pasada por mi vida, no me atrevo a mover ni un centímetro la ropa tirada que dejaste en nuestro último encuentro. Intenté salir a la calle para buscarte pero el perro al que tanto temo no me dejó atravesar de mi callejón. Me resigno a perderte, me resigno como lo hace quien está mirando a un enfermo terminal porque con tu ausencia ahora soy una piltrafa de un monigote únicamente creado para tu entretenimiento.
Mi vida entera en este último tiempo fue creada para tu diversión. Pensaba en escribir, en escribir algo real, algo entretenido. No puedo traicionar a unos lectores que no me conocen. No esperan nada de mí pero aún así me parece una altanería absurda querer adornar un escrito que no está destinado para ellos. Una mente herida ni siquiera tiene destinatario, en una madrugada tan oscura la desesperación es la ú nica llave que abrirá los sentidos de quién trate de percibir esto. Vulgar forma si pretendiera hacer versos de mi dolor, no podría rimar ni siquiera amargura con tortura, sería un tirano, un merolico, un absurdo de mí. Es por eso que hoy traiciono a esos lectores que no esperan nada de mí y aprovecho para darle una puñalada a mis sentimientos para demostrarle que puedo escribir sin ningún orden e intentar hacerte recordar lo que fui.
Lo que has provocado en mí se trata de un virus inexplicable, una llaga asfixiante que me consume las venas para hacerme ahogar con mi sangre mientras en sueños intento recordarte. El pH se incrustó en mis pestañas, en mis codos, sofoca las muñecas, me hace teclear agónico cada pensamiento que no te he dicho. Ahora entiendo la razón de mi cuerpo pidiendo tus manías, tus gritos y tus formas; eras tú el único equilibrio que podía hacerme coherente, eras tú el único acento que podía hacerme no soez, eras tú mi vida y mi razón para escribir bien. Fuiste tú mi musa de lo inentendible, fuiste tú mi lienzo donde cada noche pintaba desastres con tu sangre carmesí. Fui voraz en mi lirica, encontré la retórica entre tus sábanas, me regalaste el punto y coma. Estoy hasta la madre de fingir que escribo; fuiste tú mi droga, alucinaste mis pensares, malgastaste mi energía, te amé por tus maneras, ahora te odio por tu ausencia, no puedo más, no puedo escribir bien…
Hacia la tesis de un hombre desesperado… 02 de octubre de 2009
+ Nota: Las faltas y errores de dedo de la primera versión fueron intencionales para intentar plasmar la desesperación y la rapidez con la que pasan los pensamientos en un momento así. Ahora las corrijo intentando crear esa desesperación en palabras más absurdas todavía.
lo que solía ser
ResponderEliminarcuando antes era...
hoy te has ido y en vez de lamentarme he entendido que es porque así lo has querido...
porque nunca entendiste que me gustaban las milanezas con limón, tampoco entendiste que me gustaba el sonido que provocabas en mi..
amor mío; tu dolor físico es el dolor de mi alma!
tu dolor del alma es mi peor agonía
(U)